BDSM. Las reglas de una fantasía que salió de las sombras.

Bondage (Disciplina), Dominación y Sumisión, Sadismo, y Masoquismo, son las palabras que conforman el acrónimo BDSM (Bondage en francés y que en inglés significa Esclavitud o sumisión).  Esta tendencia, puesta de moda por una exitosa saga de libros y sus subsiguientes películas, sigue siendo un tabú en la sociedad occidental, y se refiere, en un término muy general al uso de látigos, cadenas, esposas, calabozos oscuros y a la recreación de personajes vestidos con sugestivas prendas de cuero negro que incluyen una máscara.

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Sin embargo, la verdad es que más que una tendencia es una subcultura sorprendente, llena de ritos y procedimientos que generan prejuicios y por tanto desinformación.  Todos aquellos que en algún momento de sus vidas, hayan tenido la tentación de atar a su pareja a la cama con unas esposas, probablemente también disfruten de esta práctica.

Libros y películas como 50 sombras de grey, que superaron en ventas a Harry Potter o el Código Da Vinci en el Reino Unido, nos dejan una clara lección.  BDSM es simplemente un fetiche mal entendido por un público mal informado.  Hoy veremos tres reglas de esta práctica sexual, que nos recordarán que el placer y el dolor son dos caras de la misma moneda, y probablemente ayuden a abrir tu mente:

Las 3 Reglas de oro del BDSM

  • No es necesario ir a los extremos: El objetivo es el placer.

Mientras que muchos creen que las prácticas de sumisión y sado masoquismo, revelan el lado oscuro de las personas, lo cual las hace sentir miserables, la verdad es que este es un deseo oculto en todos,  lo importante es saber hasta dónde queremos y podemos llegar.

El nivel de dolor que cada persona está dispuesto a soportar varía mucho.  La iniciación puede comenzar con un pellizco o una mordida en el momento y el lugar indicado, sin que tenga porque haber sangre o lesiones.  En esta práctica sexual, siempre debe haber un gobernante y un esclavo.  Un buen gobernante siempre debe saber lo que le gusta a su esclavo y hasta dónde puede llegar.

  • El consentimiento es necesario.

Tengamos algo muy claro.  Cuando hablamos de Gobernantes y Esclavos, hablamos de roles que se asumen en un “juego sexual”.  El asumir uno de los papeles, implica el pleno consentimiento de esa persona.  No se conciben prácticas de disciplina, sumisión y masoquismo, sin la plena y voluntaria aceptación de ambos miembros de la pareja, o de las personas que intervengan si es que es una actividad grupal.  Caso contrario es una abierta violación a la ley y como tal tiene consecuencias penales.

  • Aprendamos a conocer los límites.

La práctica de estos juegos sexuales, aunque pareciera desbordar todos los límites, exige precisamente demarcar con claridad y sin lugar a dudas en donde está la frontera de lo permitido. Aun cuando exista consentimiento, un gobernante no debe hacer algunas cosas que puedan atentar contra la integridad de su pareja. Así mismo, es conveniente establecer alguna palabra clave (no relacionada con la actividad sexual, como “montaña”, “automóvil”), con anterioridad al inicio de la actividad, con la cual se manifieste claramente y sin lugar a dudas que se desea suspender la actividad. De lo contrario, el gobernante puede pensar que se trata solo de un argumento actoral creativo de su pareja.